Estrategias efectivas para reducir el sufrimiento de los animales

¿Cómo podemos, con una cantidad de recursos limitados, ayudar en la medida de lo posible al mayor número de seres sintientes? En el caso de perseguir objetivos con un impacto más reducido -quizás porque nos resulten más atractivos personalmente, o porque sean más fáciles de identificar, más fáciles de aplicar o más fáciles de medir- nos arriesgamos a no ayudar a muchos más individuos ¿Cuáles son, pues, las medidas más prometedoras que podemos adoptar para acabar con el mayor sufrimiento posible? Nos hacemos constantemente esta pregunta, y actualmente consideramos que las medidas que se indican a continuación son algunas de las más prometedoras para alcanzar este objetivo. La mayoría de estas medidas se centran en ayudar a los animales de granja, una prioridad que tratamos en nuestra página sobre “Altruismo, números y granjas industriales”.

Acción política y cambio social

Muchos movimientos acaban teniendo éxito cuando consiguen tener un impacto en el ámbito político. Llegado el momento, el movimiento contra el amplio sufrimiento causado por el especismo también necesitará terminar con el total desinterés que la ley muestra hacia los animales no humanos. El movimiento, en otras palabras, tendrá que volverse político, y puede que haya muchas acciones políticas que podamos empezar a tomar ahora.

Al público en general le puede resultar más fácil apoyar medidas políticas que ya se alineen con sus valores que cambiar sus hábitos cotidianos, lo que podría hacer que la acción política sea más prometedora que la divulgación entre los consumidores que actualmente predomina en la defensa de los animales de granja.

Sin embargo, las campañas políticas ambiciosas, entre las cuales posiblemente se incluyan nuestras propias iniciativas futuras para prohibir la cría de animales de granja, podrían tener pocas probabilidades de éxito a corto plazo. Invertir recursos en proyectos que probablemente fracasarán en sus objetivos legislativos inmediatos puede parecer, y puede resultar, ineficaz. Pero aunque la acción política podría ser una inversión de mayor riesgo, también podríamos esperar que tuviese un valor significativamente mayor, tanto por el sufrimiento sustancial que se eliminaría si tuviera éxito, como porque las campañas tienen un valor significativo más allá de sus éxitos políticos.

El lanzamiento de una iniciativa política de este calibre podría suscitar un debate público sobre el modo en que tratamos a los animales no humanos, y movilizar a muchas personas para que se opongan a las prácticas especistas que causan un enorme sufrimiento. El movimiento Occupy Wall Street, por ejemplo, no consiguió directamente una reforma legislativa, pero puso sobre la mesa el tema de la desigualdad económica en el debate público. Como resultado de sus acciones, la desigualdad económica es ahora un tema importante en la política estadounidense (e internacional).

Cuanto más informada esté la gente y cuanto más se rechace el especismo, mejor posicionadas estaremos para abordar todas las formas de sufrimiento de los seres no humanos. Y una de las mejores maneras de introducir el especismo en el discurso público es participando en el activismo político con objetivos antiespecistas.

¿Qué tipo de trabajo político deberíamos realizar? Hay muchas opciones, y pensamos que una estrategia prometedora es seguir una combinación de cuatro enfoques:

Podemos trabajar en iniciativas que, de tener éxito, eliminarían inmediatamente un sufrimiento significativo, como la prohibición de la ganadería industrial a nivel estatal o nacional. Si tuvieran éxito, estas prohibiciones reducirían grandes cantidades de sufrimiento. Incluso si no lo tuviesen, estas iniciativas aumentarían el debate público sobre la cuestión de la ganadería industrial, proporcionando oportunidades en los medios de comunicación para animar a la gente a enfrentarse al especismo de forma más amplia. Asimismo, el impulso obtenido mediante estos logros podría ser aprovechado para futuras campañas.

También podríamos trabajar en iniciativas que ayudasen a muchos animales en el futuro y que, de nuevo, sirviesen para abordar públicamente el problema del especismo. Por ejemplo, podríamos exigir derechos básicos para aquellos animales no humanos más cercanos a nosotros.

También podríamos trabajar en iniciativas que permitieran un mayor acceso a productos que no utilicen animales, asegurando la financiación de tecnologías e industrias alimentarias sin animales, así como retirar la financiación gubernamental de las industrias animales.

Podríamos trabajar en iniciativas que prohíban algunas prácticas nocivas específicas para aliviar en cierta medida el sufrimiento al que se enfrentan actualmente muchos animales, como han hecho grupos de muchos países en las dos últimas décadas. Por ejemplo, la UE ha prohibido las jaulas de terneros, Suiza ha prohibido las jaulas en batería y los Países Bajos han prohibido quitarle el pico a las aves de granja. Estas iniciativas podrían tener un impacto limitado a corto plazo, pero podrían ser consideradas públicamente como un paso en la dirección correcta, lejos de la ganadería industrial y, más ampliamente, del especismo.

Esperamos que esta diversidad de iniciativas atraiga y movilice a personas con diferentes intereses. La comunidad de derechos humanos, por ejemplo, podría sentirse especialmente atraída por los derechos de otros primates; el público general podría estar interesado en la eliminación de la ganadería industrial; y las ecologistas, las autoridades pertenecientes al sector de la salud pública y los políticos interesados en reducir costes medioambientales y de salud pública podrían estar entusiasmados con la sustitución de los alimentos de origen animal por alternativas cultivadas y de origen vegetal. Un cambio cultural a largo plazo que se aleje del especismo debe reflejarse en última instancia en nuestras instituciones y ser reforzado por las mismas. Con esta variedad de iniciativas políticas, podríamos obtener un amplio apoyo para el cambio político, mantener el interés de los medios de comunicación, y unir y fortalecer el movimiento por la defensa de los animales.

Soluciones tecnológicas

Si pudiéramos sustituir directamente productos que provocan mucho sufrimiento, como la carne animal, por otros mejores, como la carne cultivada o vegetal, podríamos eliminar una cantidad de sufrimiento considerable sin tener que convencer a la gente de que cambie su comportamiento o incluso de que participe en el cambio político. Sólo tendrían que aceptar pequeños cambios en relación a los productos que consumen, y podríamos facilitar dichos cambios promoviendo estos avances tecnológicos. En particular, la prensa sobre las alternativas cultivadas y basadas en plantas ha sido brillante, lo que puede resultar importante para su adopción generalizada.

Investigadoras, inversoras y empresarias ya están trabajando duro para desarrollar alternativas cultivadas y vegetales a la carne, los lácteos y otros productos de origen animal. Si conseguimos hacer más alternativas viables para el consumidor -quizás incluso mejores que las ya populares leches de origen vegetal-, esto podría evitar que billones de animales fuesen criados y sacrificados en condiciones de cría intensiva.

La psicología también ha demostrado que nuestro comportamiento puede influir en nuestras creencias y posiciones morales. Cuantos menos alimentos de origen animal coman las personas, más preparadas estarán para alejarse del especismo, al ser menos cómplices del sufrimiento que padecen los animales. De este modo, los alimentos libres del uso de animales pueden contribuir a un cambio social a largo plazo y apoyar nuestros esfuerzos sociales y políticos.

Crear capacidad y mejorar la eficacia

Promover el progreso político, cambios en el comportamiento de la gente y soluciones tecnológicas puede ayudar directamente a muchas personas. Pero cuando tanto el talento como la financiación que se destina a estos esfuerzos son limitados, puede valer la pena trabajar en el crecimiento de la comunidad de defensoras, investigadoras y partidarias que trabajen en estos esfuerzos en lugar de trabajar directa y exclusivamente en estos esfuerzos nosotras mismas.

Animar a la gente a apoyar los esfuerzos más efectivos es especialmente importante, y esperamos que los esfuerzos para aumentar la eficacia del movimiento por la defensa de los animales sean más manejables que los esfuerzos para aumentar su tamaño (esperamos que lo mismo ocurra con muchos movimientos). Esto se debe a que el movimiento ha comenzado recientemente a medir su impacto y a considerar evidencia psicológica, social, histórica y científica para informarse y tomar decisiones estratégicas y tácticas.

Financiación

Tal vez la forma más obvia de apoyar el trabajo directo -sobre todo si nosotras mismas no somos aptas para ello- sea financiarlo. El movimiento por los derechos de los animales, como cualquier movimiento por la justicia social, necesita financiación para alcanzar sus objetivos. La investigación, las campañas de divulgación y las iniciativas políticas no pueden llevarse a cabo sin financiación.

También podríamos ir un paso más allá, y apoyar a organizaciones que recauden fondos para proyectos efectivos. Si quieres donar a las organizaciones que Animal Charity Evaluators (ACE) recomienda como oportunidades de donación de alto impacto, en lugar de donar a las organizaciones directamente, podrías donar a ACE. ACE destinó 5 dólares a estas organizaciones por cada dólar donado a ellas el año pasado, lo que causó un “efecto multiplicador” en la financiación de estas organizaciones.

Donar algún porcentaje de nuestros propios ingresos es muy útil, y las estrategias tradicionales de recaudación de fondos, como las colectas o las afiliaciones de donantes que dan pequeñas cantidades cada mes, también pueden ayudar. Pero las grandes donaciones son esenciales para el trabajo de muchas organizaciones -de media, el 88% de las donaciones proceden del 12% de los donantes- y los proyectos que van más allá de lo establecido pueden no resultar fáciles de apoyar para muchos miembros del público general, por lo que donar para promover la recaudación de pequeñas donaciones del público general es poco rentable, consume mucho tiempo y es poco fiable.

Una forma más fiable de apoyar este tipo de proyectos consistiría en “ganar para donar” (por ejemplo, seguir una carrera bien remunerada para donar una parte importante del salario a proyectos efectivos). Las personas que fuesen lo suficientemente dedicadas como para considerar la posibilidad de hacer esto también podrían ser aptas para trabajar directamente en organizaciones efectivas, pero si sus habilidades particulares, su formación y sus intereses personales las hicieran aptas para ganar para donar, esta podría ser una opción más impactante. Una persona que ganase para donar podría financiar a varias trabajadoras directas que las organizaciones efectivas no podrían contratar de otro modo, lo que tendría un impacto mucho mayor que si estas personas ocuparan un puesto en una de estas organizaciones.

Investigación

También podríamos participar o apoyar los esfuerzos de investigación dirigidos a adquirir más información sobre estrategias efectivas para reducir el sufrimiento. Esta investigación podría ayudar a aquellas que trabajasen directamente en un problema a tener un mayor impacto.

Necesitamos investigadoras que trabajen en cuestiones empíricas sobre psicología, sociología y la historia de los movimientos sociales, otras que trabajen en cuestiones empíricas relevantes de ciencia y economía, y otras que trabajen en cuestiones filosóficas. Y también necesitamos cooperación entre  trabajo directo e investigación, para no perder posibles ideas y oportunidades que podrían aumentar sustancialmente nuestro impacto.

¿Por qué no intentamos cambiar los hábitos de las consumidoras?

Una estrategia muy común para reducir el sufrimiento es la promoción de dietas que no utilicen productos de origen animal (a menudo llamadas “estrictamente vegetarianas” o “veganas”). Eliminar los alimentos de origen animal de nuestra dieta puede evitar que cientos de animales sean sacrificados cada año en las granjas industriales. Y lo que es más importante, negarse a comer animales (o a consumir otros productos de origen animal) puede dar a entender a las demás que nos preocupamos por esos animales. Dependiendo de cómo hablemos de nuestro propio vegetarianismo o veganismo con la gente de nuestra comunidad, también podemos ayudarles a entender nuestra elección como un rechazo de las prácticas especistas que dañan gravemente a los animales, y no sólo como una preferencia personal. Nuestra influencia social puede ayudarles a combatir su propio especismo y motivarles a hacer más por los animales.

Por desgracia, los humanos somos profundamente reacios a cambiar nuestro comportamiento, especialmente cuando se trata de hábitos tan arraigados como nuestros patrones de alimentación. Cuestionar la moralidad de alguien que consuma productos de origen animal puede hacer que esa persona se sienta atacada personalmente, y en ese caso la gente suele recurrir a racionalizaciones de sus creencias y comportamientos ya existentes. Hay otros precedentes históricos y razones psicológicas de peso para preferir enfoques que se centren más en las instituciones que explotan a los animales que en los comportamientos de las consumidoras que apoyan a esas instituciones, así que aunque consideramos que el cambio en los hábitos de las consumidoras es valioso, nuestra propia búsqueda se limita generalmente a iniciativas que permitan un mayor acceso a comidas libres de animales.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que todas nosotras podemos adoptar una dieta libre de productos de origen animal (o al menos mayoritariamente libre de tales productos) sin que ello vaya en detrimento de nuestros otros esfuerzos, por lo que, aunque no somos tan entusiastas en relación a promover cambios de hábitos en las consumidoras como en promover otras estrategias para ayudar a los animales, sí recomendamos la alimentación vegana.

Conclusión

Como nuestros recursos son limitados, no podemos ayudar a todo el mundo. Para ayudar al mayor número posible de personas, debemos identificar, buscar y apoyar únicamente las estrategias altruistas que sean más efectivas.

La acción política podría lograr grandes éxitos, y aunque la probabilidad de tal éxito pueda ser baja a corto plazo, las campañas políticas podrían despertar el interés de los medios de comunicación y atraer el debate público. Y si llevamos a cabo diversas iniciativas políticas, podríamos, asimismo, atraer un amplio apoyo.

Promover avances tecnológicos como la carne cultivada parece prometedor porque debería haber pocos incentivos personales para oponerse a cambios que tienen efectos tan positivos tanto para los animales como para el medio ambiente, y que suponen un coste ínfimo para nosotras mismas. Estas tecnologías salvarán de forma inmediata a muchos animales, y también podrían mitigar los prejuicios que dificultan que hagamos frente a nuestro especismo.

También podríamos trabajar en mejorar la efectividad del movimiento por la defensa de los animales. En comparación con crear consumidores conscientes y ampliar el movimiento en general, aumentar nuestra eficacia y contratar a personas especialmente prometedoras parece ofrecer grandes beneficios a un coste relativamente bajo.

Por último, aunque la difusión entre los consumidores parece atractiva dado el número de animales que una persona vegana puede evitar dañar, crear nuevas veganas (o vegetarianas, o personas que reduzcan el uso de productos de origen animal) requiere más recursos que otras estrategias, y es poco probable que la promoción de un cambio dietético individual conduzca a un cambio global en la forma en que la sociedad percibe a los animales no humanos. Puede que esta estrategia nos ayude a cumplir con nuestros objetivos, pero probablemente no tanto como otras estrategias que podríamos seguir en su lugar. Es importante destacar que la divulgación entre las consumidoras domina actualmente el movimiento a favor de los animales de granja, lo cual deja desatendidas muchas otras estrategias efectivas posibles.

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