La relevancia del sufrimiento de los animales salvajes

La cantidad total de sufrimiento anual presente en el mundo natural está más allá de toda contemplación. Durante el minuto que me lleva componer esta frase, miles de animales son devorados mientras están vivos; otros corren por sus vidas, gimiendo de miedo; otros son devorados lentamente desde dentro por parásitos; otros mueren de hambre, sed y enfermedad.

    – Richard Dawkins, El río del Edén

La sociedad es cada vez más consciente del sufrimiento que padecen los animales no humanos a manos de los humanos. Muchos conocen la espeluznante realidad de las granjas industriales, o han visto vídeos e imágenes aterradoras de animales abandonados, maltratados, sometidos a experimentos violentos y traumáticos, explotados para el entretenimiento o asesinados sistemáticamente en mataderos. Todavía queda mucho trabajo por hacer para acabar con estas injusticias y el tremendo sufrimiento que estas acciones causan a billones de individuos cada año. Pero lo que está aún más desatendido, y es de mayor escala, es el sufrimiento de los animales en la naturaleza.

Muchos animales salvajes experimentan constantemente sufrimientos extremos. Es habitual que los animales sean perseguidos, atacados e incluso devorados por depredadores mientras están vivos. Una intensa competencia por el acceso a recursos hace que la inanición, quizá una de las formas más agónicas de morir, sea la norma para muchos individuos de muchas especies. Las enfermedades destrozan a sus víctimas, las lesiones no reciben tratamiento, las heridas se infectan, las condiciones meteorológicas extremas paralizan a aquellos individuos expuestos a las mismas, las crías son rutinariamente separadas de sus familias, y sólo una considerable minoría de los individuos que componen cualquier especie son capaces de llevar algo parecido a la vida agradable que solemos imaginar en nuestra percepción distorsionada y romantizada del mundo salvaje.

Por qué es importante el sufrimiento de los animales salvajes

Si alguien -ya sea un humano, un perro, un pollo o un ratón- se está muriendo de hambre, no importa que su sufrimiento esté causado por procesos “naturales” o por procesos antropogénicos. Independientemente del tipo de sufrimiento al que estén expuestos, estos individuos sufrirán igualmente, y, por lo tanto, debemos ayudarlos. 

(Para profundizar más en esta cuestión, consulte el debate sobre “¿Existe alguna diferencia entre actos y omisiones?” en nuestra página sobre “Altruismo, números y granjas industriales”.)

Algunas podrían sentirse inclinadas a afirmar que deberíamos tener un enfoque de “no intervención” con los animales salvajes, pensando que su sufrimiento no es nuestra “responsabilidad” a pesar de nuestra capacidad de ayudar, o que no podemos hacer ningún bien interviniendo. Pero incluso dejando de lado la consideración de que su sufrimiento importa tanto si es causado por nosotras como si no, ya tenemos un impacto en la vida de los animales salvajes cada día, y no podemos afirmar honestamente que tenemos una relación no intervencionista con el mundo natural. Transformamos los ecosistemas con nuestras ciudades, la agricultura, la electricidad, las industrias, la contaminación y el cambio climático, sin preocuparnos -y con una comprensión muy pobre- de cómo estas acciones afectan al bienestar de los animales salvajes. Es posible que cada compra que hagamos tenga ciertos efectos en el mundo salvaje. Sería deshonesto por nuestra parte ignorar el impacto de nuestras acciones sobre los animales salvajes cuando esas acciones nos benefician, mientras nos negamos a tomar medidas que podrían afectar a los animales salvajes de forma que les beneficien.

Carecemos de un historial sólido de intervenciones en la naturaleza en beneficio de los animales salvajes. Nuestro historial es un historial de intervenciones realizadas por razones egoístas en el peor de los casos, y en el mejor de los casos por razones tales como promover la biodiversidad y la conservación, que son muy diferentes (o incluso opuestas) al bienestar de los animales salvajes. Por ello, no existe un mal historial -de hecho, apenas existe un historial- de intervenciones que den prioridad al bienestar de los animales. Así que tenemos pocas razones para insistir en que las intervenciones altruistas no conseguirán ayudar a los animales salvajes, y dada nuestra interferencia constante en el mundo natural, sería contradictorio afirmar que debemos mantenernos al margen.

Es importante destacar que el público está generalmente a favor del rescate y la rehabilitación de animales no humanos particulares que necesitan ayuda, independientemente de su situación, como lo demuestra la popularidad de estas historias de rescate en The Dodo. Esto quiere decir que ya somos capaces de sentir compasión por animales salvajes individuales, pero debemos tener cuidado y evitar el colapso de nuestra compasión cuando el número de víctimas sea mayor.

Debemos trabajar para eliminar el sufrimiento evitable allí donde se produzca, y dado que la naturaleza contiene un sufrimiento increíblemente extenso y grave, sería muy valioso llevar a cabo una investigación exhaustiva para encontrar formas científicamente fundamentadas de prevenir dicho sufrimiento.

Está claro que el sufrimiento de los animales en la naturaleza es muy importante, pero ¿hasta qué punto es una causa prioritaria en comparación con otras? Podemos evaluar la prioridad del sufrimiento de los animales salvajes teniendo en cuenta su escala, su desatención y su manejabilidad, como hicimos con la ganadería industrial.

La magnitud del sufrimiento de los animales salvajes y la desatención hacia el mismo

La gente que nos acusa de ejercer demasiada violencia, [debería ver] lo que dejamos en el suelo de la sala de montaje.

    – Sir David Attenborough, entrevista en The Guardian

Calcular el número exacto de animales salvajes en la tierra es difícil, pero las estimaciones sugieren que es de varios órdenes de magnitud mayor que el de los humanos y los animales de granja juntos. Por cada ser humano en la Tierra, hay al menos 10 animales que sufren en las granjas, y probablemente entre 1.000 y 100.000 vertebrados salvajes y, probablemente, entre 100.000 y 1.000.000 “bichos” (incluyendo criaturas tales como insectos, arañas y lombrices). Esto significa que, incluso si estos animales experimentan de media un 1/100.000.000 o 1/10.000.000 del sufrimiento que experimentase el animal medio en una granja, la cantidad absoluta de sufrimiento de los animales salvajes sería mucho mayor.

Teniendo en cuenta esta inmensa escala, el sufrimiento de los animales salvajes está muy desatendido: el movimiento de defensa de los animales se centra casi exclusivamente en el sufrimiento que los seres humanos causan a los animales. Tanto la escala como la desatención del problema sugieren que deberíamos dar prioridad al sufrimiento de los animales salvajes e invertir muchos más recursos en buscar soluciones a este problema.

La manejabilidad del sufrimiento de los animales salvajes

No ha habido ningún intento serio de reducir el sufrimiento de los animales salvajes, por lo que no estamos seguros de la manejabilidad del problema en este momento. A primera vista, el sufrimiento de los animales salvajes parece tener poca manejabilidad porque resulta difícil concebir soluciones para el mismo. Sin embargo, si la tecnología sigue avanzando con la misma rapidez que en el último siglo, es posible que dentro de unas pocas generaciones seamos capaces de encontrar soluciones factibles. Ayudados por un conocimiento mucho más profundo de los ecosistemas y con la ayuda de tecnologías avanzadas, las generaciones futuras estarán mejor posicionadas que nosotras para abordar este problema. Pero para que las generaciones futuras puedan actuar -y para evitar que aumenten potencialmente el sufrimiento de los animales salvajes, por ejemplo, extendiendo a otros planetas dicho sufrimiento- es imperativo que sentemos ahora las bases de esta causa.

Aunque nuestro limitado conocimiento de los ecosistemas debería darnos, por el momento, razones en contra de realizar intervenciones a gran escala, al menos parece plausible construir un movimiento de investigación sobre la “biología del bienestar”, con el objetivo de responder a las preguntas abiertas en este espacio e identificar posibles intervenciones. Cuando se hayan realizado suficientes investigaciones preliminares, podremos empezar a realizar ensayos a pequeña escala. (Se debe tener en cuenta que ya hemos realizado intervenciones a pequeña escala para ayudar a los animales tales como el uso de anticonceptivos, vacunas, cruces para la fauna, etc.). Una mayor investigación preparará a las generaciones futuras para tomar decisiones en beneficio de los animales salvajes.

Aunque una intervención implique riesgos importantes, también debemos sopesar esos riesgos frente a la catástrofe segura que supone no hacer nada. Además de la investigación, podemos difundir la preocupación por el bienestar de los animales salvajes entre la próxima generación de personalidades científicas y personas influyentes, para aumentar la probabilidad de que las generaciones futuras no sólo puedan ayudar a los animales salvajes, sino que decidan hacerlo.

Conclusión

Debido a la enorme escala y a lo desatendido que está el sufrimiento de los animales salvajes, así como a la posibilidad de promover una investigación que podría sentar las bases para una futura intervención, consideramos que la investigación sobre el sufrimiento de los animales salvajes es una de nuestras principales prioridades. Para nosotras resulta muy fácil pasar por alto el hecho de que la abrumadora mayoría de los seres sintientes de la tierra son animales salvajes, pero si nos tomamos en serio la inclusión de todos los seres sintientes en nuestro círculo de compasión, no podemos ignorarlos.

El curso online sobre el sufrimiento de los animales salvajes de Ética Animal profundiza en esta cuestión, ofreciendo algunas estrategias a pequeña escala viables para ayudar a los animales salvajes  y también aborda las objeciones más habituales contra la posición defendida en este escrito.

Lecturas adicionales:

Horta, O (2013). “Desvalor en la naturaleza e intervención”, Ecosofía, 1, pp. 29-36.

Faria, C. (2014) “Daños en la naturaleza: ciencia y ética de la gestión ambiental”, El Caballo de Nietzsche, eldiario.es, 05/12 [referencia: 14 de mayo de 2019].

Tomasik, B. (2010 [2009]) “La importancia del sufrimiento de los animales salvajes”, Center on Long-Term Risks [referencia: 18 de marzo de 2020].

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